Dicen que "Recordar es volver a vivir"... y hoy quisiera recordar muchas cosas, cosas de mi infancia, travesuras, alegrías, tristezas... todos, o algunos de esos elementos que me han hecho quien soy hoy.
Las primeras líneas de esta historia, cómo se trazaron? quién colaboró? con su presencia... con su ausencia.
Mucho tiempo he vivido en la creencia de tener borrada parte de esa historia. Será que está borrada, o la borraría por alguna razón? Hoy quisiera recordar...
¿Cuándo comenzó el frío? ¿Qué lo detonó? ¿Por qué esa actitud maternal? Tantas preguntas surgen al querer redescrubrir, o quizá, mejor dicho, descubrir...
Lo que he descubierto con el tiempo es que quizá la historia no es como la recuerdo. La mente nos hace jugarretas de una manera engañosa. A veces, creemos recordar algo, tan vívido, que recordamos olores, sensaciones, sentimientos, y cuando lo compartimos con aquellos que también estuvieron involucrados, nos damos cuenta de que su recuerdo es muy distinto... ¿quién cambió las cosas? o quizá, ninguna es la verdad... ambos recuerdos están trasgiversados por los diferentes pensamientos, por los deseos de cada uno.
Un ejemplo de esto puede ser el siguiente relato:
SE PERDIERON LOS HUARACHES... durante unas vacaciones en Veracruz, Fortín de las Flores, para ser exactos, recuerdo que estábamos en un hotel con una alberca y un gran jardín. La alberca tenía un gran arco hecho como de adobe, o bloques, de él colgaban las hojas de una enredadera verde y larga. Los camastros, no sé si eran con cojines amarillos o de rayas blancas y azules. Debo haber tenido, no más de siete años de edad. La emoción de entrar a la alberca y nadar me nubló todo código de orden. Rápidamente, me desvestí y me metí al agua helada. Mi abuela iba en ese viaje, lo sé bien, pues ella fue parte importante de ese recuerdo. Una vez que me divertí en aquella alberca azul con agua cristalina, deben haberme llamado para comer quizá, o simplemente para que saliera del agua. Cuando la abuela me preguntó por mi ropa y huaraches, fui a recoger todo, pero, no estaba todo junto, la ropa la encontré, pero los huaraches... ¡habían desaparecido! Alguien debió robarlos, pues yo recordaba haberlos dejado bajo el camastro en donde me desvestí. Buscamos y buscamos y no aparecieron. La abuela estaba muy enojada, y me reprendió por ser descuidada. Así que me tomó de la mano, y me dijo que tendría que caminar hasta la zapatería para comprarme unos nuevos. Así que, para aquella pequeña niña, era un camino por las calles empedradas largo y adolorido. En mi recuerdo, recorrimos calles y calles hasta llegar a la zapatería. Fue entonces cuando la abuela me compró un nuevo par... esa es la historia como la recuerdo.
Pasaron los años, aquella niña ahora era una mujer... yo. Durante una visita a la abuela, recordé ese viaje, el incidente. Y lo comenté con ella diciendo:
- ¿Recuerdas que me hiciste caminar por todo Fortín de las Flores para comprar unos huaraches pues había perdido los míos? - no era reproche, simplemente recordaba el momento. A lo que contestó, muy segura:
- ¿Todo Fortín? cómo crees, tan sólo cruzamos la calle, frente al hotel estaba la zapatería, simplemente fue, cruzar la calle...
Cada una recordó de diferente forma la misma historia. Me pregunto, ¿cuántos recuerdos no sufrirán la misma edición?
Quiero recordar más historias, más aventuras... para así, ir encontrando algunas respuestas a tantas preguntas que se han ido formando en mi mente...
12 agosto, 2009
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