Hay días que te sientes completamente fuerte, sano, alegre, simplemente feliz. Los rayos del Sol te parece más esplendorosos que nunca. La luna brilla más que lo que recuerdas. Sonríes ante las notas de una canción, que no importa si sabes la letra o no, pero la tarareas. Esos días son maravillosos, pues no importa nada, simplemente los disfrutas, ves que tu vida va por buen camino, que nuevas oportunidades se abren.
Pero hay otros días, días como hoy... o como los últimos que han pasado. Días en que no encuentras un consuelo ni en ti mismo. Días en los que tus pensamientos te traicionan, y ves la traición en todos lados, en la gente que te rodea, en aquellos que ni siquiera te conocen.
Esos días son los que te hacen extrañar, por más que trates de convencerte de que actuaste correctamente, que hiciste bien en tomar las decisiones que tomaste. A pesar de todo, no logras convencerte. Piensas en lo positivo, en lo que está por llegar, pero la desesperanza llega primero, la tristeza abarca todo.
En un esfuerzo por recuperar la cordura, imaginas, creas en la mente historias, vas al pasado, brincando al futuro, saltando de lado a lado, de experiencia en experiencia y, en lugar de encontrar la paz buscada, te topas con la desolación, con lo errores cometidos, con lo que mereces, o crees merecer, o lo que no mereces.
Días como estos no deberían de existir. Pero sin ellos, ¿cómo vas a reflexionar? o ¿entender? Supongo que estos días son los que te darán fuerza más adelante. Sí todo fuera bueno, maravilloso, ¿cómo distinguir la verdadera felicidad? Y ¿si no son los que te sacan adelante, entonces, para qué están?
La risa rompió a llorar y parece que las lágrimas se quieren suicidar, nacieron secas... ¿qué posibilidades tienen de poder brotar?*
Son en estos momentos en los que se quiere volver a empezar, en otro lugar, con otro entorno. Pero, realmente ¿todo este sentir se irá? o quizá, se guarde en el equipaje junto con todo lo demás, pues a fin de cuentas somos lo que somos, y todos vamos cargando nuestra historia. No puedes dejarla así como así, olvidada en un rincón, dentro de una bolsa para que no se esparza por la habitación.
A pesar de los intentos por darte ánimo a ti mismo, las dudas y las preguntas se agolpan en tu mente, la cabeza está llena de recuerdos, de historias. Y por más que lo intentes, la esperanza no tiene cabida. Y sigues intentando, una y otra vez, lo importante es no desistir, habrá un momento en que la mente se descuide, y entonces podrá entrar la alegría, borrando los malos momentos, los pensamientos negativos.
Sólo dale la oportunidad de que entre. Recuerda que aunque hay días malos... ¡¡¡también los hay buenos!!! Disfruta de una canción, del viento, del atardecer... hay tantas cosas bellas que damos por sentado, y no apreciamos, que si volteas a verlas y las aprecias, te permitirán tener una perspectiva diferente.
* esto salió de una canción que hoy lleno el día de ideas para escribir en este espacio.
25 octubre, 2009
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